Nombre: Maria do Sameiro Barroso
Lugar de nacimiento: Braga, Portugal
Residencia actual: Lisboa, Portugal
Miembro desde: 07/02/2013


Poemas incluidos en esta página:    
          
                - Nocturno.
          - As palavras-pedra
                - Aguarela.
                - Acuarela.
      - Las palabras-piedra
      - Los puntos, los nudos, la nuez moscada.
- Lámpara poema.
- Magnolia atlántica. 
- Café Montmartre.
- Los reinos de la palabra son imperfectos.
- Fantasía sobre un tema bíblico.
- En mayo los tinteros floreciendo.
- Los sueños de vuelta.
- Como un ditirambo.
- El canto, la lengua, la espada.
- Violonchelo blanco.
- Enigmas de la noche.
- El incendio puro.
- Tatuaje.
- Inquietude.
- Inquietud.
- Guernica.
- A song for Liu Xiaobo.
      - Cançao para Liu Xiaobo.
 


 
NOCTURNO
 
 
Mais nous voici livrés plus nus à ce parfun de l’humus
Saint-John Perse
 
Camino por la noche de arena, duermo
en los nidos que sangran.
Soy el gran espacio que muchas vidas recorrerán.
Habito una llama, un diluvio entre flores gigantes
que apresuran la desnudez de las nubes, en un libro blanco,
abierto en un inútil capitulo del mundo.
Soy el grande, el pequeño, una enorme sombra,
un reducto de tierra y flores,
 jadeando en un espacio minúsculo.
En el flujo de las calles, veo mi rostro,
me acuesto en las sábanas del viento,
cambio el pensamiento de las heridas, hondas
como abismos, largas como avenidas.
Dar un nombre al sufrimiento quizá me aliviara.
Dar un nombre a la noche y al humus de la muerte
podría desalentar al cérebro que brilla
en su guadaña imparable.
En el tumulto de la sangre, bajo la luna pisada,
aletea, sin embargo, el perfume, la seda,
en la orquídea muda de un abrazo.
 
 
 
 
AS PALAVRAS-PEDRA
 
 
O cão dos dias passa por dentro das sombras do tempo,
leva na boca pedaços de cérebro, de coração,
devorados entre estrelas de dendrites desfeitas.
O cão dos dias passa, rouba a água às flores,
o silêncio às aves, o dilúvio aos mortos,
a boca às pedras, a pureza aos rios.
 
O cão dos dias rouba todas as túnicas brancas,
veste-se de negro.
Com as palavras-pedra ferra os olhos húmidos.
 
E deixa que te enlace, na música da memória.
As aves voam com o vento.
Por dentro das sílabas mortas, os corpos anseiam
o gemido da terra,
nas flores colocadas fora do lugar.
 
 
 
AGUARELA
 
 
Numa aguarela suja, o mundo escorre.
Um dia, sucumbiremos nas águas putrefactas.
Na geografia oca, escrevemos o nada.
As palavras são cada vez mais frágeis.
 
Na geografia dos sonhos, escrevemos a chama.
Numa rotação cada vez mais íngreme,
os dias rodam.
 
Na oscilações do caos, as máquinas de ajustar sílabas
explodem.
Nos lagos de Matsuo Bashô, as rãs ainda mergulham
em águas límpidas.
Nos olhos vermelhos, as estrelas ardem.
 
Nas hansas siderais acumulam-se os detritos.
 
 
 
 
ACUARELA
 
 
En una acuarela sucia, el mundo fluye.
Un día, sucumbiremos en aguas podridas.
En la geografía huera, escribiremos la nada.
Las palabras son cada vez más frágiles.
 
En la geografía de los sueños, escribimos la llama.
En una rotación cada vez más abrupta,
Los días ruedan.
 
En las oscilaciones del caos, las máquinas de ajustar sílabas
explotan
En los lagos de Matsuo Bashô, las ranas aún bucean
en aguas limpias.
En los ojos rojos, las estrellas arden.
 
En las hansas siderales se acumulan los desechos.
 
 
Traducción: Santiago Aguaded Landero
 
 
 
 
LAS PALABRAS-PIEDRA
 
 
El perro de los días pasa por dentro de las sombras del tiempo,
lleva en la boca trozos de cerebro, de corazón,
devorados entre estrellas de dendritas deshechas.
El perro de los días pasa, roba el agua a las flores,
el silencio a las aves, el diluvio a los muertos,
la boca a las piedras, la pureza a los ríos.
 
El perro de los días robas todas las túnicas blancas,
se viste de negro.
Como las palabras-piedra hierra los ojos húmedos.
 
Y deja que te enlace, en la música de la memoria.
Las aves vuelan con el viento.
Dentro de las sílabas muertas, los cuerpos ansían
el gemido de la tierra,
en las flores dispuestas fuera de lugar.
 
 
 
 
LOS PUNTOS, LOS NUDOS, LA NUEZ MOSCADA
Pensando en Luis de Camoes
 
Soñar los puntos, los nudos, la nuez moscada.
En el Oriente, los puertos exóticos.
En un hervir saldo, vainilla y canela, velas
que se cruzan, bajo las aguas que adormecen.
En los prados, las yeguas ágiles se recortan,
entre grullas y estrilicias
que recuerdan aves del paraíso.
 
De noche, las manos levitan sobre pianos azules
y los clavos son la pasión, la neblina,
convocando los jardines, las carabelas,
los aromas que deslumbran.
 
En algún lugar, una voz cotidiana, una lengua familiar
ilumina un cielo de otrora, perla y fulgor,
mar de naufragios,
donde las (señales) endechas luminosas emergen todavía,
en la magia perfumada que impregna
el infinito sol de nuestra cuna.
 
 
 
 
LÁMPARA, POEMA
 
 
Hay días, en que los poemas son útiles, los ríos nos envuelven,
en su fluir eterno,
y las palabras son cariñosas flores que nos enlazan.
Hipnótica y profunda es su savia de chamánicas raíces,
tapires milenarios, playas fluviales, andenes abandonados,
tranvías oscuros, donde las hierbas crecen.
 
Hay días en que el corazón se hace de cielo azul,
y los ríos corren y se desbordan.
En los momentos largos, los días son breves.
Y en esos días que las ópalas aguas centellean
y nocturnas se incendian.
Las casas abandonadas no nos traen el camino
ni la evasión.
Sobre viejos tranvías, el mundo todo nuestro mundo
pudrió.
En los márgenes, los ríos murmuran la ruta clara
y los zafires más puros incendian las aves
las aves, los barcos.
En las laderas de olivos, los ríos murmuran.
 
Hay días, en que los ríos transfiguran el cuerpo, el éter.
En ellos desembocan otra existencia limpia y poderosa,
donde la palabra fluctúa, rasgando el secreto,
un instante,
que prolonga la estrella, la íntima voz,
por entre lo cotidiano rutinario y banal.
 
En los momentos largos, los días son breves,
en los aromas de romero, espliego, neblina blanca,
o en los castillos oscuros que acienden
lo íntimo, la flor, la lámpara, el poema.
 
 
 
 
MAGNOLIA ATLÁNTICA
 
 
Es de vida de lo que el poeta se nutre, de poemas que bebe
en los ríos,
por eso sus palabras son carne, fruto, savia, esencia,
constelación brillante, sembrada entre los libros.
Es de vida de lo que el poeta se nutre, del canto de los pájaros,
de vivencias exóticas.
 
Del otro lado del Atlántico, hay brisas dulces, agua de coco,
palmeras estivales, y la vida se recorta, en toda su luz,
construyendo de la nada su esencia.
En la luminosidad de los días, releo Memorial de Aires,
y las lágrimas esperan, pacientes, en un sepulcro,
entre momentos joviales, pasados entre Shelley,
Thackery, y Fidelia, cualquier cosa para (celebrar) recordar Beethoven.
 
Me gusta cuando las narraciones se enredan y me enredan,
entre una carta de emancipación, una referencia a Heine,
las jacarandás, el olor a café,
o una reflexión sobre la abolición de la esclavitud.
 
Así es el Brasil; entre guacamayos y araucarias,
también se puede leer a Goethe, Fausto (el Prólogo del Cielo),
en las brisas templadas, hechas de piedras sueltas*, limas,
jacarandás, limones de azúcar,
mientras el olor de tinta de las tipográficas atraviesa las plazas,
las calles, los cafés, el cielo perfumado y el vasto océano,
 
donde brilla la sal precisa de la magnolia atlántica.
 
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* “Ahora, el alma de la era de piedras sueltas”, Machado de Assis, Memorial de Aires
 
 
 
 
CAFÉ MONMARTRE
 
 
En la madrugada de tu rostro, hablan dentro de mi
las uvas desaliñadas de una caligrafía que desagua
en los monzones de Oriente.
Al margen del caos, cantan libélulas, mariposas,
y tu cuerpo de aguas lentas flota,
como un águila vespertina, en una tela chagalliana.
 
En los cafés de Monmartre, arden las filosofías
exactas, las tonalidades claras, la estética de Hegel.
En el Sena, bucea el susurro, el vaivén,
la estática silente, la arcada rubra de los cafés.
En tu pecho de alas sueltas, leo la rosa serena,
las venas místicas, las ideas que se mezclan,
en el cuerpo jadeante de la ciudad,
entre los tubos sucios, las telas, el aguarrás-
 
Hace poco, el concierto para órgano y orquesta
de Saint-Saens me susurraba las orillas, las arenas,
los claros, las metáforas, los borborigmos del ser.
Entre los detritos y la mugre, la cromática de las telas,
en aromas de caquis maduros,
los puentes y los nenúfares brillaban.
Era ya de noche, en el suntuoso caudal de las viñas
que en el río despeñaban.
En la noche ciega, cargada de escritura,
en el Café Monmartre, estaban ya desplomadas
todas las estrellas de Oriente.
 
 
 
 
LOS REINOS DE LA PALABRA SON IMPERFECTOS
 
 
Los reinos de la palabra son imperfectos, por eso, es preciso
ejercitarlos, en el rostro excavado de los caminos en abierto.
Un poema es un principio, un pétalo, un rostro oculto,
en un país indeciso.
Por eso, los violines resuenan, en el caos de esta polifonía
vertiginosa.
Y el cielo permanece inmóvil.
Solamente los poetas se mueven, alrededor de la fluidez del agua.
 
Los poetas viven, se consumen,
pero su brillo permanece y su calendario se teje,
entre hiatos, incisiones, imágenes,
palabras, rodando, por la angustia sideral del universo.
 
Y ni estaba equivocado quien decía que un poeta nace siempre
fuera de tiempo.
En sus interrogaciones, el tiempo escribe sus cimientos,
sus fundamentos,
mientras, en su escenario denso, indagador, gotean,
lentamente, las arenas (del reloj) clepsidra.
 
El tiempo ha de cumplirse, en su memoria inacabada,
la amargura, constituirá, en si, sombras,
centellas, continentes,
y el horror ha de despeñarse, incólume, en gestos lapidarios
que la poesía mitigó.
 
Dios era nocturno, alguien dijo.
Y su voz impregno las bases de la tierra, el vacío del cuerpo,
los ombligos del tiempo.
El agua explotaría, en el fuego reventarían ideas fijas
y las ciudades serían plazas, ruinas, oscilando en el enigma
indeciso ecuacionado, entre el ser y el no ser.
 
El agua explotaría. Imploraría. Porque es allí donde la memoria
es una ruina deshecha, vertida para actualizar la ciencia antigua.
Es allí donde los bisturíes del filosofo, del mago y del poeta,
aprendiz eterno, aferran las flores, los muertos,
en los labios de la eternidad escondida, escudriñada,
en su hálito y simientes,
sabiendo claramente que el milagro no sucede,
en el perfil de los barcos que pasan, bajo la luna,
entre la noche y la verdad.
 
En la raíz de las estrellas, en los ramajes de sangre, hay filos
que cortan los labios, caminos desmesurados,
vestigios de dudas, columnas, heridas,
cabellos donde despiertan los ángeles,
incendiados de ceniza, fósforo,
entre páginas inauditas, cisternas sobre la belleza,
en el centro,
muy en el centro de sus paisajes poliédricos.
 
 
 
 
FANTASIA SOBRE UN TEMA BÍBLICO
 
 
Oscurecen los jardines, las fuentes, los estanques,
sólo la noche y esta mujer, para mi, Saul
coronado de tiniebla.
De la sombra, igual al sheol, recibo las insignias sagradas,
del espíritu divino me llega el lirio tenebroso,
la unción de muerte,
y cual rebaño entre los manzanos, reposo en ti,
mujer de En-Dor,
porque las harpas tocan y las fuentes vivas reclaman
mi nombre,
mi sangre, tu silencio me lo dice,
por eso prosigo, por eso me fortalezco
y en tu seno me demoro.
En ti bebo la sed eterna, porque las harpas siempre
se parecerán a las mujeres y las mujeres
con nenúfares, accediendo a la noche incandescente,
de nardos u cipreses.
 
Mañana regresaré a los pastos celestes,
Antes sorberé tu rutilante miel, en tus umbrales
perfumados
breve mandrágora, estrella entre los cardos
secreta flor cogida en En-Gaddi
 
 
 
 
EN MAYO, LOS TINTEROS FLORECIENDO
 
 
Germinan, en los ríos de luna llena, bajo las vibraciones
aladas de la noche que desciende,
secretas melodías de seda y de murmullos,
que en Mayo se desbordan,
entre las cerezas, el mar y la breve luz del incienso.
 
Sembrando la proximidad, la distancia, los haces
incendian los ritmos que la luz divide y separa,
cuando planean en el aire, nieblas de infinito,
el ámbar amarillo crepita, entre brumas, bosques,
que las canciones de fuego y de agua,
en su abrazo solar, habitan.
 
En la boca, en sílabas amplísimas, asoma la música
de las palabras inventadas, los ojos siembran el sol,
y todo propicia la luz, y su fulgor,
su dorado recuerdo.
 
En las paredes seculares, los violonchelos vibran,
agonizan,
en la ácida lentitud del cuerpo, de los metales, de las tintas,
entre espléndidos secretos,
en la fuentes de sangre y de mujer
que, en su silencio, su corazón desbordan.
 
Así se alcanza la fuente, la noche, lo indecible,
la pureza decantada, en la herencia del viento,
entre los tinteros en flor y las ventanas del mar
abiertas, a la luz del sol,
como trigo naciente.
 
 
 
LOS SUEÑOS DE VUELTA
 
 
Chopin abrirá el camino – la Polonesa Opus 61,
después Liszt, moviéndose entre las esferas
divinas, infernales.
Y los pájaros eran los grandes desconocidos
protagonizando el sol, el azul, el mar sereno.
 
En los bosques de los instintos, los sueños flotaban,
como fantasmas errantes,
entre las teclas del mar, ágiles las manos,
en la noche, donde las serpientes eran azules
y los caballos galopaban, en las playas de aguas verdes.
 
El vacío era el gran enigma, los sueños de vuelta
vaciando la materia cromática,
donde el azul y los mensajes se sucedían.
 
Entre sueños, pesadillas, las manos levitaban,
entretanto,
arrancando a la noche más honda los sonidos enérgicos,
porque era Mayo y los círculos se transformaban.
 
En los tiempos antiguos de Apolo, los augures vigiavan.
Entre ofrendas a Asclépio, los rellanos de luz
se abrían, sobre líneas urbanas, secretos errantes
que los toros puros de la mañana insinuaban,
en las reminiscencias que nacían
bajo la luz de los teclados.
 
 
 
 
COMO UN DITIRAMBO
 
 
Despierto, en el umbral sonámbulo, inmóvil, casi opaco,
como si el mar me despertase, en sus lámparas,
y en su fulgor me enredase, en sus caracolas claras
de ardor y dulzura.
Entre osamentas, cemento y música, un árbol brilla,
entre las murallas irreductibles de otro tiempo.
En el sabor de mangos, coco, la luna me despierta,
llena de cristales pendientes, cual árbol enamorado,
lecho de suaves gatos, silencio donde un suspiro
se extingue, en un nuevo rumor, que de nuevo se inicia.
En el umbral de la bruma, las nieblas se separan.
 
Como un ditirambo, la luz deletrea la ruta de Dioniso,
Alexandre, a la vera de Hidaspes.
En las vidrieras exóticas, la luz de un candelabro,
vislumbro anís, laúdes, elefantes de magia.
En la noche, se encienden las joyas oscuras de secreta
alquimia.
Junto a los árboles, donde los pájaros cantan,
por la mañana, la hierbabuena ocupa el espacio, la boca,
la niebla, donde el pecho de alas sufridoras, respira.
 
Hace poco, ánforas vacías eran mis ojos
y amuletos de luz eran las palabras que rumoreaban
los navíos brillantes, que alguna palabra selló.
Hace poco, en un instante apenas nacería, si en el lecho
de tus ríos me bañase,
en una sola noche viviría, si en el cuerpo de las algas me explayara,
y, en un sólo gesto muriera, si de tus cisternas de cristalino
me apartase.
En los torrentes de murmullos y miel, hay un río
donde anémonas de sangre se asocian,
para recitar las palabras transparentes.
 
En los desiertos donde planean la luna y los hibiscos, el cielo murmura
las arenas limpias, las sombras que se desprenden
y las ánforas que se llenan, de nuevo,
en el licor luminoso de preciosas señales.
 
 
 
EL CANTO, LA LENGUA, LA ESPADA
 
 
Remo a través de la lluvia, la niebla, la marea,
el silencio se despeña en el vórtice de las olas,
En el vértigo de los mares.
En la proa de sílabas titilantes, arden las pausas,
los dedos, as manos,
el rostro posado en la hechizada nube
de una rosa umbría.
 
En mí, late la fuente y el deseo,
el canto, la lengua, la espada,
y, en la sangre de un cielo ínfimo, circula,
traslúcido, en la luna sincopada,
el aroma fragante de la palabra.
 
En los pozos negros de la noche, sé que el vértigo
me recibe, en la riendas del mar, en la espuma,
en las caracolas que traigo entre las vocales.
 
Remo entre las algas, anotando lo escrito,
el azul, la dulcísima flor, entre platillos de oro.
Remo, porque volar no puedo.
 
Sólo las alas perdieron la nostalgia
de vivir en la tierra.
 
 
 
 
VIOLONCHELO BLANCO
 
 
Sabio, el tiempo, el azul, la memoria, el espacio
donde el nombre es recinto de garza.
La palabra cerrada es materia de encuentro,
deseo sublime,
remanso interminable de las hojas, del viento,
de los tramites de la nieve, de los poros de cristal,
despiertos en los dedos del asombro.
 
Agradable es el tiempo, el fuego de encender las mascaras,
la belleza callada en el Invierno de las palabras,
cuando, en el interior, se libera agua, espuma,
el vórtice salado,
la rosa negra, goteante, sedienta,
los corceles de la noche abriéndose a los círculos de luz,
al agua inédita, a la lengua de mármol,
la luna embriagada,
por las cuerdas de un violonchelo blanco,
donde el amanecer es torbellino amainado,
levísima transición, acorde suntuoso,
unísona cadencia.
 
 
 
 
ENIGMAS DE LA NOCHE
 
 
Ahí, mi amor, en la piedra antigua, en los enigmas
de la noche, en los estambres de estrellas,
en las líricas nebulosas, que somos tu y yo,
que los ríos se entreabren y las esferas se reúnen
en innominado corcel, en la floración del vino ardiente,
en la nueva estación,
tus brazos, como girasoles inclinados,
sus corolas girando, altas, nobilísimas,
soberanas, sobre huestes de rocío,
encuentros de luz, prominente sede.
 
Ahí es donde, mi amor, en alas de espuma
habita la inflexión ágil,
preciosa palabra que inicia la música,
inmensa, prometida, ardiente,
e invade el cuerpo de naves solitarias,
en imagen decantada, primigenia armonía,
entre torres azules y orillas pantanosas,
satén pleno,
agua transparente.
 
 
 
 
EL INCENDIO PURO
 
 
Nacer, cuando orquídeas de sangre laten
en tus manos, madreselvas por los muros,
exultante, la fiebre, el agua, lo inmenso,
los parpados cerrados,
la música brotando por la boca, por la hierba,
en el galopar silencioso de la luna, del rocío,
la apoteosis secreta labrando la piel, los lirios,
a tuberosa laxitud.
 
En las resinas de la noche, nacer, en tu boca,
el llanto, la risa, la agonía.
Nacer, el rostro todo, el canto encendido, la arena,
el barro, el canto dos pájaros,
el perfume de los árboles, de las flores
(tilos, naranjales),
el ya vivido, el nunca vislumbrado,
a gota somnolienta, las riendas sueltas,
los corceles de seda recorriendo la tierra,
el mar, los filones, la piedra,
el sueño entero.
 
 
 
TATUAJE
 
 
Cabellera de sangre, vino de dátil, substancias mágicas.
Y nosotros, tatuados uno en el otro, perdidos para siempre.
Dame tu mano. ¿Qué sabe?
Y dulces serán los rosales, el vértigo de la noche,
la crin de niebla,
o los versos que escribo, sobre verde malaquita,
en los torreones del sueño.
 
Cabellera de sangre, melena de fuego, linfa escindida,
crin errante.
Mágicas eran las serpientes líquidas.
Y nosotros vivíamos entre las algas, las plantas venenosas,
los colibrís leves.
En ese tiempo, me gustaba el zumo de manzana,
fresas y setas.
Tú hablabas del jazmín.
 
Cabellera de sol, crin de hielo, vino nocturno.
y nosotros, tatuados en las estrellas,
las cigarras escribiendo sus himnos
sobre nuestros cuerpos,
sus voces rimando, como textos,
la mar embalando las caracolas del sueño.
 
Cabellera obscura, cabellera negra, cabellera fresca.
Y nosotros, despertando, sobre jardines de rocío,
nada sabíamos de las nubes, de la impar fusión,
del jazmín de niebla.
 
Algo necesitaba cumplirse.
 
 
Traducción al castellano: Santiago Aguad Landero
 
 
 
INQUIETUDE
Para Juan Ramón Molina
 
Não é inocente o acaso,
nem as palavras que a ti me levam.
Clara é a mutação das metáforas,
a melancolia, uma ferida, a voz que arde.
Na música, cantam as rodas do medo,
a casa, a terna infância, o seio materno,
a terra imensa.
A voz é um poço nocturno onde Orfeu modernista
derrama a lua, o fulgor da cidade,
e se perde, no rosto imenso
onde os crótalos antigos enlouquecem,
perdidos na vertigem do tempo,
em busca da palavra, do poema,
em noites tristes, máquinas insones,
pombas acesas
nos dias repletos de bálsamos.
 
 
 
 
INQUIETUD
Para Juan Ramón Molina
 
 
No es inocente la casualidad
ni las palabras que me llevan a ti.
Clara es la metamorfosis de las metáforas,
la melancolía, una herida, la voz que quema.
En la música, cantan las ruedas del miedo,
la casa, la tierna infancia, el vientre materno,
la tierra inmensa.
La voz es un pozo nocturno donde Orfeo modernista
vierte la luna, el resplandor de la ciudad,
y se pierde, en el rostro inmenso
donde los crótalos antiguos enloquecen,
perdidos en el vértigo del tiempo,
en busca de la palabra, del poema,
en noches tristes, máquinas insomnes,
palomas encendidas
en los días repletos de bálsamos.
 
 
 
Traducción al castellano: Julio Pavanetti
 
 
 
 
 
GUERNICA
 
 
Não vi Guernica, mas conheço as montanhas
onde se desmoronam os sonhos.
E ouvi os relatos atrozes, a mão fria, a garganta gelada,
os pássaros esmagados,
os cavalos de sangue mordendo a terra, a espuma,
erguendo-se do pó, articulando o derradeiro grito.
De Guernica, ouvi as paisagens da morte,
apagando os candeeiros de fogo,
Picasso moldando os materiais febris,
na tela onde a inocência se ergue, impotente,
guardando a memória do mundo
na imagem destruída para sempre
 
I didn’t see Guernica, but I know the montains
where the dreams fall apart.
And I heard the cruel reports, the cold hand, the frozen throat,
the crushed birds,
the bloody horses biting the earth, the foam,
rising from the dust, articulating their ultimate scream.
From Guernica, I heard the landscapes of death,
putting out the lamps of fire,
Picasso shaping the febrile materials,
on the canvas where innocence stands up helplessly,
keeping the memory of the world
in the image destroyed forever.
 
 
 
 
A SONG FOR  LIU XIAOBO
 
 
The clouds embrace the dust in the wind,
Slowly, the willows swallow
the cold dawn.
As night goes by, a man is an empty island,
a scent of orchids,
an archipelago of water lilies.
In a distant land, a man is writing
the silence of a scream
on paper flowers.
At dawn, the newspapers print
the shattered song whispering
in the last prison on earth.
 
 
 

CANÇÃO PARA LIU XIAOBO

 
As nuvens acolhem a poeira do vento,
os salgueiros bebem devagar
a gélida alvorada.
Noite dentro, o homem é uma ilha vazia,
um aroma de orquídeas,
um arquipélago de nenúfares.
Na terra remota, um homem escreve,
sobre flores de papel, o silêncio
de um grito.
De madrugada, os jornais imprimem
a canção estilhaçada que se ouve
na última prisão da terra.

 


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