Nombre: Luis Miguel Rubio Domingo
Lugar de nacimiento: Valencia, España
Residencia actual: Benidorm, Alicante, España
Miembro desde: 31/01/2011
Poemas incluidos en esta página:
- Dos escudos.
- Avena ruda.
- Rosa y Malva.
- Niño Dios.
- Amorcillos.
- ¡Jo, qué noche!.
- Estrimón, orilla izquierda.
- Holocaustos.
- Venid a Benidorm.
- A propósito de Gilberta Swann.
- El pirsin de plástico.
- Historias del creciente fértil.
- Umbráculo (octavas de Pedro de Oña).
- La Thile o el Ganges, Taprobane, Atlante.
- Astral (Quenina de nueve, permutación Queneau - Daniel).
- Poemas en valenciano:
- XXV
- XXVI
- XXVII
- XXVIII
- XXIX
Dos escudos
Murciélago leal dos veces, cuatro
palos de gules sobre campo de oro,
de infame antro pero no canoro
en el laurel dormido en que idolatro.
¡Qué sensación vacía de teatro
desierto! ¡Cómo brilla el pulcro foro
de arquitectura vana, sin aforo,
muy concurrido el día que mohatro.
A ese campo de plata de la antigua
divisa que bañaba tu muralla
le diste puerta, pero patria ambigua.
Le diste lengua cuyo nombre calla
por no reconocer de su contigua
sino que el Ebro es límite y pantalla.
Avena ruda
El gallo, con metal de tiple
resuena el triple
de cuanto tañe la campana
en la mañana,
sin que se opaque en la porfía
tu voz de arpía.
¡Lira y laúd, guitarra pía
ensordeced su pico a diana!
Resuena el triple en la mañana
tu voz de arpía.
Rosa y Malva
Pluma sutil, de rosa en rosa
la mariposa
piensa también que la tortuga
ha sido oruga
porque su frente luce calva
bajo la malva.
Con la dudosa luz del alba
el rosicler del Sol se fuga.
La mariposa ha sido oruga
bajo la malva.
Niño Dios
Le temo más, cobarde, por vendado
que por vendido el cerdo a San Antonio,
diablillo leguleyo del demonio
que la locura ciega ha secundado.
¿Qué juicio puede haber el don jurado
para dictaminar el matrimonio?
¿Por qué levanta falso testimonio
el que sin ojos ve, el niño alado?
Si protección no tengo (de cornudo)
porque al amar erré y anduve errante,
prefiero yo caliente y él desnudo
a coronar mi testa reluctante.
A jáculo locuaz, mi mudo escudo
valiente vencerá frente al infante.
Amorcillos
Denostado pendejo, aunque valiente,
de batallas plumífero tirano,
de virus pinchadiscos residente
y de pastillas émulo decano.
Ni te soporto, ni te quiero ausente,
ni demasiado cerca, ni lejano.
Quisiera sin substancia, por ejemplo,
mi cuerpo a tu deidad servir de templo.
Te esfuerzas por ser tú y el tiempo comba
un arco perentorio, urgente tiro
de un bumerán dotado de una bomba
a punto de estallar, suicida giro
de pasos de ballet, fandango en tromba
en el que tú flameas y yo expiro.
Rompí las tablas y volví a tu fuego
para adorar al Dios del que reniego.
Se aniebla de presbicia mi retina,
la mácula se opaca en los cristales
dejando que la marta cibelina
de tu piel (que en su grey quisiera Pales)
recorra todo el iris, purpurina
de San Martín y puente de mis males.
Al pobre robaré divisa capa
si tu calor desnudo se me escapa.
¡Jo, qué noche!
Murciélagos del piélago profundo
sobrevuelan Japón, nocturno Oriente,
se pone el Sol también en Occidente;
o me he quedado ciego o no es mi mundo.
Nefandos seres hoy del inframundo,
Eurídice inclusive, pero ausente,
derriban muros con Orfeo al frente
gobernando Caín, aunque el Segundo.
La gente pide pan y llueven cantos,
los muertos resucitan ,almas nulas
que exhiben credenciales de mutante
No sé si somos pocos para tantos,
son zombis; no te muevas; si estridulas
acabarás exangüe y caminante.
Estrimón, orilla izquierda
No rogaré de nuevo al inframundo
que el Estrimón devuelva lo robado;
no miraré hacia atrás por un segundo
para perder después lo más sagrado.
No llorarán las furias si confundo
el amor con un sueño equivocado.
Si el niño Dios me halló entre sus opuestos,
al ángel que cayó daré mis restos.
La cítara será de la pedriza,
del prado, de las flores, de las selvas
del arco de la flecha arrojadiza
que pedirá a los muertos que me absuelvas.
Prefiero dialogar con tu ceniza
a corromper mi carne cuando vuelvas.
Converso con tu ausencia, con tu espectro,
y en mis cuerdas vocales rasgo el plectro.
En el pasillo estrecho del vacío
fracasan puentes, se revientan muros,
acecha la serpiente junto al río
y expiran los amores prematuros.
A veces la corriente, espejo mío,
rescata joyas de cristales duros
y entrega a sus facetas, a sus prismas,
ese rayo de luz donde te abismas.
Holocaustos
El ciervo de Artemisa, dios del Indio
maligno guaraní ,de tribus fórceps,
es oveja o león según el tiempo
y es fuego en la mirada de ojos ónix.
De cazadora aljaba surge el lápiz
que pintará la historia del que compra
las armas al verdugo, magna compra
para acabar con el hogar del indio
del que suplantaremos verbo y lápiz
con argumentación o con el fórceps
de la mandíbula que tiñe en ónix,
escualo de la paz, el pez del tiempo.
Llamo indio al que habita cada tiempo,
sangre distinta, humana, en cada compra,
campos de Gaza hoy, dunas de ónix
del hebreo que ayer probó, por indio,
la masacre eugenésica del fórceps
y hoy escribe la historia con su lápiz.
Sabra y Chatila, por ejemplo, el lápiz
del maronita carnicero tiempo,
falanges de Beirut, mortales fórceps
firmados por Ariel en cruenta compra.
Auschwitz para el judío, para el indio,
guarnición del afilado ónix
de prístina pureza, genes ónix,
la fórmula, las hélices que un lápiz
escribe en nuestras gónadas de Indio,
recreación de la espiral del tiempo
que un rasgo preconiza y nadie compra
ni con altares rubios ni con fórceps.
Los holocaustos sórdidos, o fórceps
de un tabernáculo de rojo ónix
donde el que vence escribe lo que compra
al albur de sus leyes y su lápiz.
La bota del que gana lleva tiempo
pisando el cuello de su opuesto indio.
De la sangre del indio un dios sin fórceps
prescribirá con ónix o con lápiz
el tiempo del metal que todo compra.
Venid a Benidorm
Venid a Benidorm, adoradores
de Ra, monjes estereotipados
por arquetipos interiorizados
en la ciudad de los exploradores
de la nada. Venid con los errores
de esas vidas mordidas por el sí,
el sí quiero, el acepto que perdí
la ocasión de calzar otras sandalias
y de tener mil nombres, otros alias,
en este magisterio baladí
de la vida vivida sin substancia,
en armonía con lo establecido
por los adláteres de lo admitido,
sin sostener ninguna discrepancia
con el deber social de la importancia.
Venid por omisión y por defecto
con el proscrito árbol del afecto,
a jubilar pasiones traicionadas,
a recordar canciones olvidadas
por la prostitución del intelecto
que en toda discoteca habrá corteza
donde dos corazones de pintura
serán para los labios comisura
en que seguir fingiendo la pureza
de la devastación de la belleza.
Venid con las scooters de la feria;
a encontronazos, pregonad la histeria
de los trescientos buques rascacielos,
pues los geriátricos serán modelos
del vertical pasaje a la miseria.
A propósito de Gilberta Swann
Visiones de tu amor, en el futuro,
me impiden acercarme, ser sincero;
mi mano tiembla con el desafuero
de trocar este estado terso y puro
en uno indiferente, claroscuro.
Las cartas se amontonan al estribo
de mis sienes; peldaños con que escribo
el epitafio lánguido y consciente
en papel perfumado, iridiscente,
con los destellos tristes del derribo.
Nombraremos al Tiempo mensajero
del desamor, el único seguro
de arrinconar recuerdos en lo oscuro,
de convertir lo eterno en pasajero
con su labor de zapa, temporero
en los andamios del dolor presente.
Agazapado esperará, paciente,
a que el hastío deje su recibo,
será jarabe, alivio paliativo
hasta llegar a ser indiferente.
Entonces, hablaremos del pasado:
Pero… si usted me amaba….si me quiso
¿Por qué no me lo dijo al improviso,
por qué escapó de pronto de mi lado?
-Dirás, mirando el hecho consumado,
cuando sin vuelta atrás no queden gotas
en la clepsidra donde moren, rotas,
todas las horas de lo más querido
todo el cariño que por ti he sentido
en esas tardes de pasión, remotas.
El pirsin de plástico
Delante de lo obvio,
de lo trillado y cursi
me presentas un pirsin
en tu ombligo, de níquel.
Eres de piedra un tótem
que de mi fe se burla.
¡Cómo adoro la burla
de tu tesoro obvio¡
Devoto soy del tótem
con mi cariño cursi
de besitos de níquel
alrededor del pirsin.
Es un iris el pirsin
que con sorna, con burla,
hace guiños de níquel
ante mis ojos, obvio.
Soy una rosa cursi
ofrecida a tu tótem.
Arrodillado, tótem,
claudico con un pirsin
mi sentimiento cursi
del que tu amor se burla.
Tu rechazo es más obvio
en tu sonrisa níquel.
Tu corazón de níquel,
de pretencioso tótem
se recrea en lo obvio
de mi vida de pirsin
sometido a la burla
de tu castigo cursi.
Por eso, si más cursi
que los marcos de níquel
soy, merezco tu burla
de majadero tótem.
Por cierto, ese pirsin
es un plástico obvio.
No sólo es obvio el cursi
níquel ; es falso tótem
tu pirsin: una burla.
Historias del creciente fértil
Historias del creciente fértil
contaba en verso el viejo fauno
en ciprio templo cada viernes.
Era de Babilonia el cofre
que daba por un cuento a cambio
de una moneda para Aries:
‘Libra es el signo opuesto a Aries,
marcial reflejo del más fértil
que a las tres gracias pide un cambio;
el sátiro, lascivo fauno
espera con su llave el cofre
de la deidad que rige el viernes.
Luciente Tauro tras tres viernes
boyunos, tomará de Aries
el de Pandora cierto cofre
para soplar el Euro, fértil
viento , simulador del fauno
que ,lisonjero ,aguarda el cambio.
Es el verano quien da el cambio,
sábado nuevo tras el viernes
tan denostado por el fauno.
Todo son cuernos para Aries
todo ventajas, carne fértil
donde violar secreto cofre.
Sabe el Carey sentirse cofre,
del que sin tiempo niega el cambio.
Cáncer para la luna fértil,
psique de fin de mes, de viernes
enemigo, cuadrado a Aries
y tan rijoso como el fauno.
Un Faetón sin carro, fauno,
estrellará en Estigia el cofre
donde oscurezca la piel Aries
por la vegetación a cambio.
Los Leo de Etiopía en viernes
se bañarán en duna fértil.
¡Sáhara fértil! -dijo el fauno
Cofre de arena das a cambio
de un Robinson sin Viernes: Aries’
Umbráculo (octavas de Pedro de Oña)
Del índico, si piélago tranquilo,
he de robar tsunamis sin tumulto
y una libélula, de falla indulto,
discutirá su fábrica, su estilo.
La mantis religiosa más mutilo
desde la perspectiva del inculto:
Miquel Navarro, Ripollés, ninguno,
espléndidos en vísperas de ayuno.
Más triste el pelotón de niños llega
marineritos rubios de oro cano,
brillando al sol, cristales de Murano
émulos fríos de una tropa ciega.
Algunos bronces son materia lega,
poliéster de metal otros (humano)
tendidos junto al muro del umbráculo
y el alunado puente o su pináculo.
El cian refulge lo que el jade niega
en el jardín hercúleo, troyano,
arbusto ardiente de florido aciano
que un invisible Po desnudo riega.
Trinacria en lecho seco, plaza griega
de ágoras vacías, foro vano
donde el que inventa el oro, su tentáculo,
en diana iridiscente acierta el jáculo.
Más espada que dardo, la azagaya
de ese sabelotodo bien lucífero,
mecenas del ladrillo, don lucífero
que piedras hace pan, no ciencia gaya.
La tarde ya naranja se desmaya
en el pretil del puente, si cerífero,
Santiago Calatrava los aúpe
y que el maná no mate a quien más chupe.
Del ojo taciturno un iris parco
cubierto de pinceles parpadea,
perpleja la mirada hielos crea
apuntando en las cejas sólo un arco;
la frente comba el ceño, surco y marco,
y en las córneas sube la marea.
Un aljófar se pierde, el iris brilla
escarchando tu rosa, tu mejilla.
Una lámina es cuadrado charco
del dolomita bulto que platea
desde el reflejo en que se pavonea
todo el azul del cielo, en agua zarco.
Cada edificio quiso ser un barco
anclado al limo que la mar desea.
Más allá del azud una cerilla
inflama el astillero, su flotilla.
He rogado el perdón de un dios nautilo
que exista en cinco océanos, adulto
una espiral coraza, sólo un bulto
y para navegar un remo, un hilo
flagelo de caimán, de cocodrilo
que de la calma altere el mar exulto
si no por ambiciones, como Juno,
por la piedad profunda de Neptuno.
Surge del mar listada, undosa raya
entre botones áridos, auríferos
erizos de mil púas y poríferos
en rocas de coral, rompiente playa.
Mediterránea la tarde calla
la voz de mis anhelos soporíferos.
La adunca caña del sedal escupe
ya un anzuelo desnudo, ya un galupe.
La Thile o el Ganges, Taprobane, Atlante
Tengo de ti muy poco, ni una pizca,
porque soy yo quien crea y tú, mi obra,
la que no halló la Sociedad de Thule
entre los clones arios, los del aura
que la eugenesia transportó, sin duda,
hasta el mismo Japón, país del sumo
y de esas bombas que lograron, a lo sumo,
conmovernos apenas, una pizca.
Nada tengo de ti, no cabe duda.
Cuando me puse manos a la obra
yo era el sanador, el del buen aura
y tú mi ser inverso, opuesta Thule,
emigrante ilegal, si no de Thule,
de la mitad del mundo, quechua sumo,
de principesco karma, roja el aura.
Ese niño y su flecha, cuando pizca,
concita los opuestos. Así obra,
despejando las sombras de la duda,
el de la aljaba, pulso que no duda
del Ganges a los términos de Thule
en dar mala razón o amor sin obra.
Ya sé que no atiné, pecado sumo,
con toda mi lujuria, a ser la pizca
que contentara el estro de tu aura.
Soy poco mundanal y tengo el aura
en el bromuro de la adunca duda
que dobla los claveles cuanto pizca
el Boreal más hielo que en la Thule.
O sea, que soy frío, y a eso sumo
los años o los surcos, o su obra.
No quedará de mí ninguna obra
que no haya sido espejo de tu aura,
o copia de tu copia a quien le sumo
las copias sucesivas de la duda,
las veces que encontré en el Sur la Thule
o el tren que no llegó por una pizca.
Porque de ti muy poco, ni una pizca
tengo. Yo soy quien crea y tú quien obra,
desde mi Taprobane hasta tu Thule,
del iracundo viento a débil aura
y de las voces rotas de la duda
al sacerdocio épico del sumo.
Y ahora que Japón, por lo del sumo,
vuelve su gracia a nominar sin pizca,
voy a poner tus ojos más en duda;
cuando en Japón el sol naciente obra,
en tu Ecuador tus ojos son el aura
rasgada a lo esquimal que envidia Thule.
Esas gemas de oriente son a Thule
lo que tu piel canela al astro sumo.
Yo soy un alpinista (no el del aura)
que suplicó a los vientos una pizca
de sus poderes áureos por obra
del ermitaño Eolo, dios sin duda.
Obtuve algo peor, vivir la duda
en toda su extensión, Atlante y Thule;
La duda de Boscán, la que en su obra
recurre al noble March, poeta sumo,
para sentir de la pasión su pizca
y del amor , como epilepsia, el aura
Porque tú irradias el color del aura
que pone mi razón bajo la duda.
Pues eres mi verdad, mi última Thule
de lo que fui no quedará ni pizca
y como el viejo luchador de sumo
a combatirte libro toda obra.
En ti puse mi ser, eres mi obra,
toda mi iniquidad, mi triste aura;
En ti me reflejé, Narciso sumo,
con la deformidad que el alma duda:
todo ferocidad, ciclón en Thule,
ni rastro de piedad, bondad ni pizca.
Sin pizca de tu amor mi nave obra
el aura boreal ,de la que duda
mi extrema Thule, mi destino sumo.
Astral (Quenina de nueve, permutación Queneau- Daniel)
No dejo de pensar que mis planetas,
todos desordenados y en exilio,
son enanos del circo de los astros,
fenómenos mutantes, que el centauro,
ayo de Aquiles, transformó en estrellas.
Clavada por Quirón llevo una astilla
del pecio naufragado desde el cielo:
está entre los satélites del agua,
en el profundo surco de mi signo.
El tránsito del Sol por ese signo
doliente hospicio, cárcel de planetas,
reivindicó la dignidad del agua
en casa del dolor y del exilio.
Campo de Marte es Cáncer, Medio Cielo,
todas sus armas cristalinos astros,
virutas de diamante en dura astilla
que el trígono del Sol robó al centauro
vistiendo de ojos claros mis estrellas.
Era mi Luna donde pace estrellas,
sin ser del año la estación del signo,
el que cien menos tiene que el centauro
o el robador mentido mis planetas.
¿Por qué a su opuesta luz llegó la astilla
del venablo mortal del Dios del agua?
Ya Neptuno, marino entre los astros,
se encargó de enfrentar desde el exilio
rayos que nunca llegarán al cielo.
Apuntan los dioscuros desde el cielo
al código prescripto en las estrellas:
dos niños gaditanos en exilio
llevan columnas, geminando el signo
a un patio de Jerez y allí los astros
reparten los tesoros del centauro
entre las dos orillas; cada agua
aloja, desiguales, los planetas
que han hecho al Sur del Norte pobre astilla.
Si Tarifa del Campo es una astilla,
de Gibraltar columnas son ,al cielo,
visibles continentes y planetas.
Atlantis y Estambul, sus dos estrellas,
recorriendo los términos del agua,
más allá del extremo, del exilio,
y del noveno punto del centauro
que deja atrás a Escorpio y a su signo,
al albur de Neptuno y de mis astros.
Estos que me dictaron viejos astros,
versos a mi pesar, desde su astilla,
no me darán honor de ningún signo,
ni cambiarán el metro de mi cielo.
Ya me mandó Quirón, viejo centauro,
vivir a contrapié de mis planetas,
o en el nido del cuco del exilio
o expoliando el coral de mis estrellas
con los escollos de afilada agua.
Enséñame, maestro, con qué agua
debo libar la miel que dan los astros
al aljófar del orto y sus estrellas.
Dime después cual árbol, cual astilla
resolverá sus tablas en mi exilio
para cambiar las jarcias de mi signo.
Dime de qué color son los planetas
si ya de Antares, en mis ojos cielo,
la mácula se nubla del centauro.
Antes quisiera el arma del centauro
que esta clepsidra, de las dunas agua,
con la que el tiempo cuenta desde el cielo,
esas gotas amargas de los astros.
Horas son de mis años los planetas,
y las eras un tic de las estrellas;
somos para la vida solo un signo
donde dejar al hijo, nuestra astilla,
y partir, enterrados, al exilio.
Esta voz -si no fénix- del exilio,
resume las virtudes del centauro:
vivir, sangrando pus, con una astilla
y respirando a veces bajo el agua.
Vivir en lo inmortal de nuestro signo
y desear la muerte más que el cielo.
Tocar por un minuto las estrellas
a cambio de exponernos a los astros
y a la caducidad de los planetas.
POEMAS EN VALENCIANO
XXV
T’hi veus tan bell narcís a l’espiell
quan tanques el gimnàs, sense camisa
tot de cristall el mur mirant-te en ell
com un escull que topa amb la banquisa.
Eres de marbre o gel, de blanca pell,
vampir urbà, les armes d’Artemisa,
de pedra la mirada, molt concisa,
imitació nocturna de l’ocell.
Eres la redempció de l’abundància
un rostre futurista, cos d’atleta,
de prop ,el fil d’aram de la jactància,
de lluny, un tros de neu amb samarreta.
A cau d’orella els llavis, bull la sang,
la dignitat s’esmuny, impera el fang.
XXVI
Malgrat els anys, quan diuen que estic jove
la teua boca esclata en un somriure,
com ordenant que calle i vaja a escriure
al meu racó que és on millor em trobe.
Entres i ixes sense que ho comprove
assoles forrellats -si manyà- lliure
d’ací i d’allà, titella del malviure,
et deixe fer, no mai ho desaprove.
Salmó buscant els termes de la fresa
a cada salt,el riu d’aigua feixuga
t’arrenca la dolçor i la bellesa.
La meua corda llarga no t’hi nuga
no tanca un cadenat amb avidesa
perquè la llibertat prevé la fuga.
XXVII
Voldria començar una altra volta
anar-me’n lluny d’ací
trobar un nou camí
d’escàs floratge, d’aventura molta;
un desert, per exemple,
una Líbia de dunes amb un temple
sense ornament, de marbre
una palmera mascle per tot arbre
i enmig un pou de pedres i maons
i plomes de paons
al llumenar ofertes.
Tornar a començar és un deler,
desfer la casa, trencar portes
fer malbé les parets amb els dibuixos
que no vaig poder fer
per por de veure-hi a través dels gruixos
de sentir uns veïns que no estimava,
uns carrers que odiava,
i estos jardins que les falcies caguen
al vespre, quan s’amaguen
entre rajoles tèrmiques
i vides epidèrmiques.
Voldria començar altra existència
entre les pedres que deixà València
murar finestres, rovellar la molsa
purpurina d’aram que el vent empolsa.
XXVIII
He patit tant quan recolzant-te en mi
de la barana al finestral ,ombrívol,
amb eixe esguard caliginós, planyívol,
miraves la piscina del jardí.
De la forest l’olor de gessamí
embriagava el vespre desertívol
fugia l’aire, caçador furtívol
del nostres jocs, venables del destí.
Al feltre de l’amor li queien daus
on despullar-nos de la mala sort
cos de l’agulla, de botons els traus,
saber que estava escrit no era conhort.
Eixutes llàgrimes no mai vessades,
seran del rou , del plant, perles glaçades.
XXIX
D’aquell arbust ardent la flama esquita
dos cudols suïcides, pedres planes
paperassa inservible, dos germanes
bessones de cristall de malaquita.
El cim s’omple de fum, de llum la ratlla
que des del firmament un llamp espatlla.
Si reflectit el raig opac el troba
de núvols fulminants triomfant silueta
capgirarà Moisés , si sant no, atleta
al jònec de la vall, de Roma lloba.
Jo vull llegir cremada post primera
la falla de les lleis, llibre bandera.
Duen de Canaan raïm i figues;
jo romandré al desert més de vint anys,
les pedres abundoses seran guanys
i les llagostes grises les amigues.
Perquè no vull pietat dels déus d’Egipte
ni demanar més temps a llur rescripte.
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